La VII Cumbre de las Américas enmarca un nuevo escenario geoestratégico

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Un apretón de manos. Esa ha sido la imagen de la VII Cumbre de las Américas celebrada en Panamá. Con él se sellaba el último resquicio de la Guerra Fría. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el presidente de Cuba, Raúl Castro, sellaban de esa manera la voluntad de aproximación entre los dos países y daban comienzo a un reordenamiento de las relaciones geoestratégicas en la región.

Detrás de ese gesto está la voluntad de todos los países de Centro y Sudamérica de incluir a Cuba en este tipo de citas internacionales algo que, por primera vez, independientemente de su signo político, los ha hecho ponerse de acuerdo y reivindicar una postura conjunta ante Estados Unidos.

La VII Cumbre de las Américas también sirvió para que buena parte de los 35 presidentes y altos representantes que participaron en la cita apoyaran al presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en el proceso de negociaciones de paz con las FARC.

A la hora de hacer balance de la Cumbre, no se pueden olvidar los foros paralelos como el de Sociedad Civil, el Foro de Jóvenes o el Foro de Rectores que, por primera vez en estas citas se llevaba a cabo. Mención a parte merece la II Cumbre Empresarial, patrocinada por el BID. La presencia en el escenario de CEOs de grandes corporaciones multinacionales como Coca-Cola o Boeing junto a grandes empresarios latinoamericanos como Carlos Slim o Marcelo Odebrecht, por poner sólo algunos ejemplos, sirvió para poner de manifiesto que, más allá de visiones políticas locales, el emprendedurismo y la iniciativa privada sirven como elemento aglutinador entre países. Panamá, además, vivió un momento histórico al concretarse la mayor transacción económica de la historia reciente entre una empresa panameña y otra estadounidense al comprar Copa Airlines 61 aviones Boeing por 6.600 millones de dólares, un evento que contó con la presencia del presidente Obama y del presidente panameño Juan Carlos Varela.

En definitiva, esta VII Cumbre de las Américas puede marcar un punto y seguido en las relaciones en el continente, y consolidarse como una cita importante en un calendario de eventos regionales cada vez más saturado y con menos contenido práctico, sin olvidar que tampoco en esta cita se llegaron a consensos de actuación por parte de los participantes.